Para adquirir ¿Papel, ladrillo o metal?
He adquirido una serie de material en forma de ladrillos y ordenados por un arquitecto, insertados a su vez en un conjunto de varios propietarios de otros ladrillos que se denomina edificio. Interrogo ¿me lo pueden robar –siguiendo el ejemplo del neotripartito– con la excusa de que no uso dicho material en el tiempo que no lo necesito?
También tengo una modesta cantidad de otro material, papel, del mismo que expide la Fábrica Nacional de moneda y timbre, en lo que se ha venido en denominar dinero. Inquiero ¿si no lo muevo en dos años, también me lo robarán? Argumentando, claro, que la inmovilidad del dinero puede repercutir –como así es– en el conjunto de la economía nacional e incluso internacional. Pero es mío (¿o no?) y con él hago lo que quiera. ¿Verdad?
Para terminar, también he adquirido otros materiales: un conjunto de chapa y tornillos capaz de contener un líquido que se denomina gasolina; en puridad se puede decir que lo que tengo es un automóvil. Y con este material organizado me ocurre todo lo contrario que con los dos anteriores: lo utilizo mucho. Para ir al trabajo; para acudir al gimnasio; para ir a ver a los padres; para ir de compras; para volver de la compra; para ir al cine; para llevar a los amigotes; para repartir a los amigotes en sus casas... Hiperactividad. Lo que ocasiona una utilización constante de un material cada vez más caro: la gasolina (derivado del petróleo) Y tengo miedo. Porque con mi exceso de movimiento estoy contribuyendo a consumir un material que, según dicen, es limitado y además –o por eso– caro. Ayudando mi modo de vida a dicho encarecimiento. Entonces ¿corro el riesgo de perder mi automóvil, ya que con él contribuyo a encarecer el petróleo desestabilizando la economía mundial?
Les agradeceré muy sinceramente cualquiera de sus consejos, siempre y cuando éstos no supongan un encarecimiento de nada.
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