sábado, diciembre 09, 2006

LA JUDEOFOBIA DEL FÜHRER IRANÍ


Irán, matriz de la Alianza de Civilizaciones zapaterina, proyecta financiar un Congreso de propaganda anti-judía. Para ello su presidente, Mahmoud Ahmadinejad, atrae mediante un farol avivado con petrodólares a la plaga negacionista de la Soah, teniendo en cuenta la dificultad que hallan dichos propagandistas para extender su bazofia por Occidente: en la mayoría de las naciones democráticas, negar el Holocausto es delito.

Este mini-führer de grasiento pelo, ha manifestado repetidas veces su deseo de borrar del mapa a Israel (25 octubre 2005) Cuestionando, igualmente, la veracidad del Holocausto judío mientras avisa –como en su última visita a Indonesia– de sus deseos mortíferos sobre el Estado hebreo, con un discurso que gravita entre el mito de la revolución islámica de Jomeini y una peligrosa ambición nuclear. Constituyendo, por tanto, una grave provocación que de producirse en cualquier país occidental, habría suscitado la ira y el fuego de buena parte de la comunidad islámica. Ahora bien, de manera increíble, y quizá por tratarse de un país islámico o por dirigir sus ataques preferentemente contra Israel, ni las izquierdas ni por supuesto la ONU expresan la más mínima condena contra Irán. Tampoco nuestros socialistas se muestran demasiado escandalizados: Zapatero calla y Felipe González estrecha la mano del presidente iraní. Demostrando, más allá de la cháchara narcótica tan habitual en los progres, que toda esta “chorrada” (en magnífica definición de Josep Piqué) sobre la Alianza de Civilizaciones, no es más que el sometimiento vergonzante ante unas posturas fanáticas.

Señalado lo anterior ¿Responderá tan anti-judío congreso a los patrones marcados por la Alianza de Civilizaciones zapaterina? Es más ¿qué dirá el presidente español ante la deriva judeofóbica de tan ansiado socio de alianzas? Una primera aproximación al desbarre patrocinado por Ahmadinejad, demuestra claramente que el presidente iraní no busca ningún tipo de alianza con Israel, a quien desprecia e insulta vilmente; siendo la única democracia en la zona, o precisamente por ello. La segunda consecuencia que podemos extraer, es que Teherán no hace mucho caso de los consejos de ZP sobre el talante y las ansias infinitas de paz. Por lo cual, tendremos que esperar que sea el propio Rodríguez Zapatero quien vaya personalmente a negociar con el presidente iraní, o, en su defecto, mande a Felipe González: la Conexión iraní de ZP.

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