jueves, febrero 09, 2006

TIRANO BANDERAS

Me llegan noticias de un nuevo episodio, por lo demás demasiado habitual, de la judeofobia española que camina invariablemente unida al progresismo titiritero más deleznable. Esta vez ha sido un chico Almodóvar, Antonio Banderas (malagueño afincado en Norteamérica por la atormentada obligación de trabajar en un ingrato ámbito laboral: Hollywood) quién destapa su conspiranoica judeofobia con una teoría más propia de sus infumables películas que de la realidad hollywoodiense que él disfruta; cuna del poderosísimo –también en versión conspiranoica– lobby de actores judíos que, sin embargo, no le impide a él actuar.

Antoñito culpaba a Ariel Sharon de ser el ÚNICO provocador de la segunda Intifada, mostrando así la misma sensibilidad que tendría un mufti cualquiera –como el de Jerusalén, heredero de aquel que pactó con Hitler– sobre todo en unos momentos de especial dolor en la apagada vida del político israelí. Tal cinismo era mostrado en un programa de la Televisión pública Española, en horario de máxima audiencia y sin que por parte de tan ‘ilustrado’ politibufón fueran citadas las innumerables victimas producidas por los constantes ataques terroristas contra población israelí. Qué se podía esperar del becario de Pedrito cuenta cuentos, célebre descubridor de golpes de estado inexistentes y actores incalificables. Es la cultureta de la izquierda caviar: judeofobia como extensión del anti-americanismo de base anti-capitalista, postura argüida como exorcismo ante el pecado oneroso de su dandismo millonario progre. Antonio Banderas, en su charla televisiva difundía una estupidez de jaez sonrojante, en la que supuestamente el entonces presidente Bill Clinton, durante una recepción en la que estuvo el titiritero malagueño, se habría visto en la imposibilidad de descifrar sus verdaderos pensamientos –por supuesto judeofóbicos– ante el secuestro de su voluntad, su persona, el gobierno de los EE.UU. etc., por la mirada inquisitorial de un par de agentes del servicio secreto que fulminaron visualmente el verbo presidencial. Ya digo, qué películas se monta Antoñito.

¿Qué es incoherente, paleto e injusto todo lo que dice Antonio? Sin duda, pero para mí no es lo peor. Es aún más deprimente que a todos estos titiriteros y truhanes de la mascarada izquierdista navegante en yate, les tengamos que subvencionar sus bodrios y encima aguantar unas propensiones geopolítico-filosóficas más propias de Goebbels o Stalin (coincidentes judeófobos) que de una persona normal.

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