domingo, febrero 26, 2006

LA MUERTE NO ES EL FINAL

Si me abaten los terroristas mi muerte no será en vano. Si caigo frente a la bestia vosotros me recordaréis preservando mi dignidad ante quien pretenda ofender mi sacrificio, mi memoria o la sangre derramada en defensa de España. Si me desploma la bala terrorista vosotros estaréis conmigo. Por eso, ahora me toca a mí estar con vosotros. Defenderos a todos salvaguardando vuestra libertad.

Frente a los terroristas se puede elegir una cómoda humillación, la connivencia o se puede justificar lo injustificable. También, contra la barbarie asesina nos puede paralizar el miedo. Inclusive luchando contra los terroristas, pero terciando la componenda partidista, nos podemos dejar llevar por la indignidad del propio partido, de nuestro propio presidente e incluso de aquellos que desde la judicatura tienen por obligación protegernos de la bestia. Cuando el terrorista nos apunta con su pistola, es comprensible elegir la claudicación al sacrificio de la resistencia. Por eso, cuando vemos una corajuda muestra de entereza frente al terrorismo nos sentimos orgullosos tras comprobar que todavía quedan valientes en España. Por todo ello, las victimas de la brutalidad terrorista estarán orgullosas –allá donde estén– del comportamiento de sus familiares. Unos familiares que no sólo no les han olvidado, ¡jamás les olvidarán!, sino que además han conseguido que miles de españoles también les recuerden y caminen junto a ellos reivindicando la MEMORIA, DIGNIDAD Y JUSTICIA de todas las victimas (también de las que decidieron no resistir)

A pesar del frío, la lluvia, el ninguneo mediático o el mismísimo ZP con delegado de gobierno incluido, la ciudadanía sale a la calle en recuerdo de aquellos que dieron su vida en defensa de la nuestra. En defensa de España y su libertad. Y el valor de aquellas victimas, cuyo servicio reclamó el supremo sacrificio de la muerte, tiene reflejo en unos familiares que son dignos de ellos. Unos ciudadanos indomables que junto a otros miles no se resignan a ser convidados de piedra de un proceso que únicamente les consiente un estatus de dolientes y callados acompañantes, excusa silente de una infamia, de una claudicación que ellos no están dispuestos a rubricar. Y así lo dicen y lo defienden, así lo proclaman: resistencia. Con una valentía digna de admiración demuestran que al menos ellos no tienen miedo: resistencia. Y así su resistencia, su valentía, su compromiso, se convierte en el mejor HOMENAJE A LAS VICTIMAS de la barbarie terrorista. Y los que con su vida resistieron los envites de la bestia, lloran emocionados sobre Madrid al ver que los suyos no les olvidan: MEMORIA, DIGNIDAD Y JUSTICIA.

El mejor recuerdo que podemos tributar a las victimas del terrorismo es comprometernos con que su sacrificio no fue en vano.

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