sábado, noviembre 19, 2005

GISTAU ES FAMOSO

¿El dinero vuelve tontas a las personas? Interrogo pues no tengo la certeza, ya que no tengo un duro y apuesto que para algunos seré un poco tonto. Notaría la transformación si me tocase la lotería o algún amable y adinerado lector tuviera a bien adoptarme como hijo, incluyéndome fraternalmente en su testamento. Lo que no me cabe duda es que si el dinero no transforma al personal, la fama sí. Y David Gistau ahora es famoso; más famoso.

A mí el Gistau ‘razonable’ me parecía más guay, más de mi barrio. Concebía su columna como guía o prolongación de mis conversaciones con los colegas, siempre rodeado de una cerveza y acompañado de unas risas. Y es que Gistau se mete con los progres muy bien. O se metía cuando estaba en La Razón, porque ahora que ha progresado como columnista guadiana de EL MUNDO, Gistau ha cambiado.

Equidistancia, centrismo, equilibrismo, la cabra en lo alto de la banqueta mientras los gitanos progres le dan al organillo cantando lo políticamente correcto. En nuestro país, los que no son de izquierdas son: ni de izquierdas ni de derechas; fortaleciendo así un: ni de derechas, ni de derechas, ni de derechas. Y es que en España no existen derechas, rendición intelectual que confirma la victoria ideológica de las izquierdas callejeras. Y por eso, a pesar de estar situado en la columna derecha según abrimos el diario, el Gistau de EL MUNDO no es de derechas; aunque lo pareciese otrora en La Razón. Que era precisamente lo que nos gustaba a muchos.

Un tío relativamente joven, sin complejos o lastre ideológico, que no escribe mal y lo hace clarito ‘dando caña’ a una progresía que envejece junto a su ideal de turista rojo, molaba. En pasado, sí, pues ya digo que el Gistau mundano está cambiando. Se ha centrado o le han centrado y termina pareciendo descentrado, perdido, falla ensayando jugar en el medio del campo pues él apuntaba en formas más a Figo. Él vera, pero si sigue así le tocará formar parte de los dardos cerveceros de mis colegas: como diana progre.

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