viernes, agosto 31, 2007

¡VIVA EL REY GIBRALTAR ESPAÑOL!

Hasta aquí podíamos llegar: ¡Gibraltar español! Leches. Y ya está, hombre. ¿Pero qué se han creído estos ingleses? Esto parece una maniobra pensaba para excitar la natural respuesta de arrope hacia don Juan Carlos tras el despiadado y amarillo ataque sajón. Mira, mira, ¡ingleses!, que tenemos a medio CNI metido en el Liverpool y como demos la orden os conquistan media Inglaterra. Me cago en todo ya. Al Rey le criticamos nosotros. ¡Pero bueno! Vosotros dedicaros al Orejas y su consumidora de tampax que con eso tenéis bastante. ¡Dios! Estoy que echo chispas. Pues no van los ingleses y se meten con nuestros Rey ¿Pero a cuento de qué, criaturas, vais vosotros a poner en tela de juicio a nuestro Don Juan Carlos? Mira que como nos cabreéis de pura rabia cerramos las fronteras y os vais a emborrachar en casa Dios. ¡Bolingas! ¡Gibraltar español! ¿Qué ya lo he escrito? Pues tres tazas: ¡Gibraltar español! ¡Ingleses!

Mirad, nenes: si nuestro Rey, como dice The Times, es un playboy es porque puede. Peor lo tenéis vosotros, que si fea salió la madre peor ha salido el hijo; y con mayor resistencia al viento. Y si los niños han salido más monos –y sólo uno, porque el otro (el nazi) parece que se ha dormido encima de un panal de abejas– es tan sólo porque Lady Diana, antes de diñarla, se dedicó a mejorar la estirpe haciendo de tripas corazón; que también es tener tragaderas... No me extraña que, al final, se fuera la pobre con el moro rico ¿Llamamos nosotros a vuestro príncipe pichulín? Bueno, pues dejad entonces en paz a nuestro Don Juan Carlos, que como ponga el litro vino encima la mesa tiembla hasta el Misterio. ¡Manguicortos! Y que no me canso y lo digo y lo repito: ¡Gibraltar español! Hombre. Y ya está.

Desde hoy proclamo, y excitando al personal propongo, que en las visitas de los miembros (lo de miembros es un decir) pertenecientes a la Familia Real Británica, los mismos sean recibidos a los sones del Dios Salve a la Reina, sí, pero de los Sex Pistols. Y si les molesta peor para ellos, que aquí en España otra cosa no pero a chulos no nos gana nadie. Mismamente, y lo escribo para hacer daño así en plan chulito y eso, al Rey Don Juan Carlos le hemos pagado un yate para que luzca paquete por todo el mediterráneo (que se lo pregunten a Mariñas...) ¿Qué, podéis hacer lo mismo vosotros, ingleses? No padre. La Reina es una tacaña y el niño ha salido dotado con lo mismo que comen los monos de Gibraltar: con un cacahuete. ¿No lo habéis leído todavía o qué? Ni un paso atrás: ¡Gibraltar español!

Don Juan Carlos, quedamos a sus órdenes para desembarcar –ahora que hay buen tiempo– en las costas de Gran Bretaña para pasarnos por la piedra a quien sea menester. No te jode.

jueves, agosto 30, 2007

MANOLETE BROTÓ DE SU CÁLIZ

Manolete resucitó ayer. No podía ocurrir mas que en Linares, dónde un toro, aunque lo pareciese, no hincó su cuerno en el muslo de José Tomás. No. Lo acontecido ayer en aquella misma plaza de hace sesenta años fue en realidad una moviola –déjà vu que escribiría un cursi– o ceremonia india de renacimiento. Ayer, como escribo, pasado y presente se unieron en el espacio temporal concreto del asta de toro clavada en un valiente. Un arma que ensartándose hace sesenta años en el cuerpo de Manolete salió ayer a través de la carne de José Tomás: custodia del alma de Manuel Laureano Rodríguez Sánchez.

José Tomás es consciente de que como a muchos ilustres de todas las artes a él también se le erigirá una estatua. Por eso, adelantándose al futuro y su propio destino, el cáliz del alma de Manolete se ha convertido en su propia estatua viviente. Así no se verá obligado a enraizar en ninguna plaza, contemplado sólo por los peregrinos que rendidos al valor en procesión le llevemos flores. En absoluto. Para observar a la estatua viviente llamada José Tomás sólo hay que esperar a que llegue junto a nosotros para conquistar la posteridad domeñando el presente. Escrito queda: el alma de Manolete renace para nosotros en el color eterno de la valentía. Bronce estático que paraliza el aliento dramático de su propio destino. Estatua viviente: José Tomás.

miércoles, agosto 29, 2007

FRANCISCO UMBRAL AHORA HA MUERTO

La muerte de Don Francisco Umbral produce, más allá del natural sentimiento de pena por la muerte de casi cualquier ser humano, un cierto remordimiento. Me explicaré: al morir Umbral, tan acostumbrados como estábamos a empezar EL MUNDO a lo gay: por atrás (a pesar de los pesares y sus titulares) pareciera ahora que no hubiésemos leído al maestro lo bastante. Aunque Umbral tiene muchos libros, y por tanto ha dejado mucho de sí aquí ahora que se marcha allí, mal que no creyera en tal viaje y destino el escritor. Pero desde el día 0 de la muerte de Umbral el maestro deja –como ha escrito alguien– la eterna duda sobre qué hubiese escrito el propio Francisco Umbral sobre su melancólica y periodística muerte. Y como eso, todo: ¿qué hubiera escrito Umbral, también, de una desconsolada Sonsoles que presenciase la caída de su marido el ZP?¿O qué forma daría Don Francisco a una columna sobre la caída de un hombre brillante –Mariano Rajoy– rodeado de medianías centristas cuchillo y tenedor en mano babeantes ante tal derrumbe? Qué intriga ¿verdad? Pero nos quedaremos sin saber la opinión de Umbral sobre esto y sobre otras muchas cosas; y muchas titis. Mejor así. Soy de la opinión de que lo peor que puede tener un grande son intérpretes, pues de la interpretación se pasa a la imitación y de ahí a la desvirtuación y crítica mendaz no hay más que un paso. Un tropiezo.

Decía Umbral que una vez muerto a él lo demás plin. Y si ahora Mercedes Milá habla de los libros de Umbral o de los libros de los habitantes de la casa de Gran Hermano allá ella, oyes, pero que conste en acta que pasar de un Umbral cabreado a unos homínidos confinados es cosa sin color. Por lo que Mercedes sabrá que recuerdo quiere dejar de su profesión, y cuán diferente es una cosa de su contraria, siendo los Milá pijos-rojos de toda la vida como son, cosa que sabía Umbral que también es rojo como ellos y por eso lleva bufanda blanca sobre traje negro a lo señorito. Porque una cosa sí que tenía el fenecido escritor: buen olfato. Detectaba a un tonto haciéndose el rojo a la legua. Mismamente se pasó más de una columna desdiciendo los restos de una izquierda que ya no es más que pose y risitas, caricias en el lomo y poca preparación. ¡Y Alfonso Guerra sin venir! Descanse ya en paz, pues, Francisco Umbral. Y con él descansen también tanto y tanto Pepiño yuxtapuesto a otras medianías del pijerío más berbejo y fashion que contemplaron todos los tiempos pretéritos y futuros. O sea.

Francisco Umbral ya no escribe, sin embargo todavía vive. Se le siente caminar junto a Cela por los páramos más verdes, lluviosos y melancólicos de Iria Flavia. Por las noches regresa a su Madrid, y adentrándose en el Café Gijón reposa la espalda en un rincón mientras descubre cualquier gachí de provincias despistada pero anhelosa. Qué peculiar también este Don Francisco de hasta hace poco y para siempre.

¿QUÉ QUIERE GALLARDÓN?

Gallardón quiere un sillón –que rima– y lo quiere cómodo, mullido, cercano al de Rajoy y con futuro. Y es que Alberto es un cachondo. El Alcalde de Madrid por obra y gracia del PP juega a la conga asiendo de la cintura a Don Mariano cual trenecito de fin de fiesta. Y así, si Mariano Rajoy tropezase cayendo enredado en los multi-pactos que se avecinan de cara a las elecciones, será él, el inmarcesible Alberto Ruiz Gallardón quien se quede como locomotora del Partido Popular. Alberto el ferroviario. Insisto: qué cachondo es Gallardón y cómo le ríen las gracias y la oportunidad de sus comentarios desde el emporio PRISOE: comunión de PRISA Y PSOE.

Manuel Fraga está con Gallardón hijo como lo estuvo con Gallardón padre; con el patriarca durante la dictadura, con el vástago durante la democracia. Y es que Duracell Don Manuel venera hasta la enfermedad las permutas en los demás, observador como es de la desazón gallardonita por elevarse hasta el infinito y más allá como Súper ratón. Oráculo Fraga, a pesar de no ser navidad, regresa a la casa del padre –El País que fundó– para esparcir arenilla en los zapatos de un Mariano despojado de calzado y a la bartola veraniega como un extranjero cualquiera de su propio país. Don Mariano, que es tan brillante como normal, hasta se ha creído que él –a meses de las elecciones y con los buitres rondándole la mayoría insuficiente para gobernar– también puede relajarse con los calores esparciéndose en una tumbona playera. Cuidado don Mariano, no se me amodorre que le comen la merienda. Dígalo alto y claro: el que quiera relevos que predique con el ejemplo. Aunque en ocasiones relevar lo irrelevante resulta innecesariamente tardío, sólo aprovechable como alimento para las alimañas de ése País referido. Musarañas cuya ideología es medrar en todo tiempo y lugar, progresando –de progre– permanentemente mientras se adaptan a cualquier circunstancia para ascender: padre, hijo y espíritu santo. La Pinta, la Niña y la Santa María; versus: Santa María, qué Pinta tiene la Niña... ¡y qué ambición el niño!

Necesitamos un túnel, un mega parque, en definitiva un entretenimiento para que Gallardón se distraiga de su joder con la pelota. Porque Alberto, ahora y cercanas las elecciones: eso no se dice, eso no se hace, eso... no se toca. Niño, deja ya de tocar y joder(nos) las pe-lo-tas. Niño.