Nación para arriba, nación –si es española– para abajo. ¿España? Sin exagerar, que tampoco es para tanto. ¿Catalunya, Euskadi, Galiza? Sí, TODAS son nación: grandes, inmensas, incontestables. El concepto nación, dicen los exegetas zapaterinos, sólo es importante en aplicación de la separación española, pero nunca para unir. El concepto nación es dúctil como la columna de Zapatero ante los nacional-separatistas. Nación –siempre en referencia a España– es un concepto un poco así de aquella manera y como que no tiene importancia en su españolidad constitucional, alcanzando verdadera relevancia en su plasmación estatutaria. Dicho lo cual, españoles, tranquilos que le cambiamos el nombre a eso de España y como que es mejor –tontos– y ya veréis que tranquilo se queda uno consintiendo. Porque en la teoría Rubalcaba: todo lo que sea mejor para los que detestan España, es lo mejor para España; y que nadie exagere España que aquí lo más nación, lo más fetén, la reivindicación indiscutible, incontestable, mítica y mitológica es la catalana, vasca o gallega.
¿Qué es España, a qué llamamos España, qué queda de España? Se han preguntado muchos. Yo soy más simple ¿cuánto es España? ¿Tiene límites reales, fronteras tangibles o éstas son interpretables, maleables o sentidas? Si no siente usted el STOP, no pare; si no reconoce usted la aduana, no declare; si no respeta la frontera de España, contrabandee el concepto de nación e introduzca muchos en España, que Zapatero le ríe la gracia. Gabilondo lo cuenta y GALEUSCA lo goza. Y todo el que calla, otorga.
La filosofía la expresa ¿quién? Rubianes, Iu Forn, Avui y los jueces pistoleros que señalan corazones con el dedo. VISCA LA LLIBERTAD: de cagarse en España. SOCIALISMO: ¿sociaqué? Dame pan y llámame tonta... a España. IDENTIDAD: catalana o vasca, como mucho gallega, invisible española. DOCUMENTO NACIONAL DE IDENTIDAD: cambiaremos los documentos, para sustituir las naciones, para alterar las identidades. Y así, bailarán sobre tu tumba, España. Y se cagarán en tus muertos y en tus vivos, España. Y tu callarás, España. Y tú aguantarás, España. Porque el que protesta ante su muerte, crispa. Quien patalea cuando intentan atarle, es fascista. El emigrante, muerto de hambre, mísero currante, es imperialista. No te alteres y no pierdas los papeles, dáselos a Cataluña. HÍNCA LA RODILLA ESPAÑA.
Estoy impaciente por que lleguen los goyas de este fin de semana. Las pegatinas de LIBERTAD DE EXPRESIÓN PARA RUBIANES, y sus ganas de cagarse en España, rememorarán aquellas que pedían lo mismo para EL PELOTA VASCO y su socialización de la rendición. La rendición de España.
La delirante España se consuela: callad, que el rey no está muerto, está dormido. Duerme, duerme, mi niño, que tu España está muriendo, mi niño. Mi reina. Leonor.
sábado, enero 28, 2006
miércoles, enero 25, 2006
EL LAZARILLO DE TORPES
En un país donde se canta al Dioni, se homenajea al Lute y se grabaron películas encomiásticas para con la delincuencia juvenil (Perros callejeros, Navajeros, etcétera) tenía que pasar: se llevan los radares hasta con caja. Y si no se los llevan, los pintan, los apedrean, atizan cartuchazos a la cámara o, tapando la matrícula de un coche que pasa a 170 Km por hora, exhiben unos calvos por el parabrisas trasero del vehículo, recogido fotográficamente para risión en la oficina de Tráfico correspondiente. ¡qué país coño!
Pero fuera de bromas, que no lo son tanto pues evidencian una falta de previsión que se tendrá que subsanar de la manera habitual: con nuestra pasta ¿Ha servido de algo inundar las carreteras de radares? En mi opinión, de poco; acaso para recaudar, cual impuesto indirecto soterrado. La prueba de la inoperatividad de la medida, la tenemos en el número invariablemente alto de desgraciados accidentes que de forma perenne se han instalado en nuestros noticiarios. ¿Qué ocurre entonces con los radares? Pues verán, al conocerse la situación exacta de cada radar, la gente sólo frena –frenamos– unos metros antes de rebasar el puente donde éste esta colocado, librándonos así de la multa y persistiendo después en nuestra infractora velocidad; la ubicación de los radares de toda España está en Internet –globalización– en formato para imprimir o para instalar en unos navegadores que te avisan: “posible radar a 2 Km”. Más finos que el coral somos aquí, oiga. Porque el no corre, vuela, como vuelan los radares a setenta mil castañas la caja.
Y si volando voy, volando vengo –mismamente como el Pera, otro “héroe” de nuestro tiempo– también los que vuelan son otros. Y ahora les pasaré a relatar el enésimo regate callejero ante la subida gubernamental en los precios del tabaco. Me ha pasado esta mañana en una de las calles aledañas a la Puerta del Sol madrileña. De tal forma, me llega un negro, uno de esos que lo mismo te hace un TOP manta, el TOP gafas o el TOP hachis, y me pregunta “que si quiero Malboro a un euro”. ¿Cómo? Le contesto entre interesado y escandalizado sincrónicamente a pesar de no ser fumador. ¡A un euro dice el nota! Explícame eso, socio. Y él sigue: “un euro, tabaco bueno, rubio americano y tal”. Alucinando como estoy, le sigo preguntando ¿pero esto es tabaco bueno, no es jujana, mierda, paja, es tabaco español?. Y aquí está el tema: “no, tabaco no español, tabaco americano, bueno rubio, un euro”. ¡El cabrón, qué síntesis! En todo caso y como quiera que no soy fumador pero sí curioso, medito la respuesta del enigma mientras me alejo del mantero callejero, llamando por teléfono a un colega municipal que tengo en Madrid, el cual lo aclara todo un poco: “sí, están empezando a meter tabaco de contrabando”. Espléndido. El antiguo principio de acción-reacción. Esto ya pasó con la ley seca americana.
Pero fuera de bromas, que no lo son tanto pues evidencian una falta de previsión que se tendrá que subsanar de la manera habitual: con nuestra pasta ¿Ha servido de algo inundar las carreteras de radares? En mi opinión, de poco; acaso para recaudar, cual impuesto indirecto soterrado. La prueba de la inoperatividad de la medida, la tenemos en el número invariablemente alto de desgraciados accidentes que de forma perenne se han instalado en nuestros noticiarios. ¿Qué ocurre entonces con los radares? Pues verán, al conocerse la situación exacta de cada radar, la gente sólo frena –frenamos– unos metros antes de rebasar el puente donde éste esta colocado, librándonos así de la multa y persistiendo después en nuestra infractora velocidad; la ubicación de los radares de toda España está en Internet –globalización– en formato para imprimir o para instalar en unos navegadores que te avisan: “posible radar a 2 Km”. Más finos que el coral somos aquí, oiga. Porque el no corre, vuela, como vuelan los radares a setenta mil castañas la caja.
Y si volando voy, volando vengo –mismamente como el Pera, otro “héroe” de nuestro tiempo– también los que vuelan son otros. Y ahora les pasaré a relatar el enésimo regate callejero ante la subida gubernamental en los precios del tabaco. Me ha pasado esta mañana en una de las calles aledañas a la Puerta del Sol madrileña. De tal forma, me llega un negro, uno de esos que lo mismo te hace un TOP manta, el TOP gafas o el TOP hachis, y me pregunta “que si quiero Malboro a un euro”. ¿Cómo? Le contesto entre interesado y escandalizado sincrónicamente a pesar de no ser fumador. ¡A un euro dice el nota! Explícame eso, socio. Y él sigue: “un euro, tabaco bueno, rubio americano y tal”. Alucinando como estoy, le sigo preguntando ¿pero esto es tabaco bueno, no es jujana, mierda, paja, es tabaco español?. Y aquí está el tema: “no, tabaco no español, tabaco americano, bueno rubio, un euro”. ¡El cabrón, qué síntesis! En todo caso y como quiera que no soy fumador pero sí curioso, medito la respuesta del enigma mientras me alejo del mantero callejero, llamando por teléfono a un colega municipal que tengo en Madrid, el cual lo aclara todo un poco: “sí, están empezando a meter tabaco de contrabando”. Espléndido. El antiguo principio de acción-reacción. Esto ya pasó con la ley seca americana.
domingo, enero 22, 2006
EL SOCIALISMO Y ESPAÑA, CONDENADOS A ZP
El futuro del socialismo español está ligado fatalmente al proyecto radical-socialista de Zapatero y sus consecuencias. Por tanto, el desenlace del nefasto efecto ZP no pasará desapercibido para un PSOE prisionero de un presidente entregado al nacional-separatismo más rancio e insolidario. En Ferraz debieran recordar lo que costó resucitar el partido después del latrocinio felipista, para corregir la derrota capitaneada por un Zapatero que sacrifica la nación española para conforte de los separatistas. Ahora bien, escribir esto ahora, con un ZP encantado de conocerse, henchido de satisfacción en su relación con los independentistas, es pregonar en el desierto. Y allí será, en el desierto inhóspito del abandono histórico, donde esperaremos a ZP.
El buen o mal gobierno se establece, en multitud de ocasiones, mediante un procedimiento que podríamos llamar comparativo. Por eso, valoraremos la labor de ZP confrontándola con la de otros presidentes y tomando como patrón, más allá de la subjetividad partidista, la confianza concedida o negada por los ciudadanos en las urnas. No obstante, en tanto en cuanto no se celebren nuevas elecciones, también podemos consultar lo que denominamos ‘tendencias’, y que comparadas con nuestro pasado más reciente revelan el más que previsible batacazo zapateril. Sea como fuere, e intuyendo que así por las buenas nadie me creerá, intentaré exponer ciertas ‘tendencias’ contrastables con nuestro pasado político más reciente, pretendiendo así demostrar lo que digo.
Ascensión y ocaso de los presidentes de Gobierno en España
En julio de 1976 Adolfo Suárez González, por encargo de Don Juan Carlos I, formaba el primer Gobierno de nuestra reciente democracia. A pesar de las dificultades, cuando pasado un año se celebraron elecciones democráticas, Adolfo Suárez alcanzó la victoria con UCD. Constituidas las Cortes emanadas de la soberanía popular, y aprobada la Constitución del 78 posteriormente refrendada por los españoles, el 3 de marzo de 1979 Suárez ganaba por segunda vez unas elecciones generales. Sin embargo, el tercer mandato de Suárez desembocó en un desastre por implosión del propio partido en el Gobierno, acosado despiadadamente desde todos los frentes. Por ello, el 29 de enero de 1981 Suárez dimitía afirmando que: “Yo no quiero que el sistema democrático de convivencia sea, una vez más, un paréntesis en la Historia de España”.
El sucesor de Suárez fue Calvo Sotelo, trámite en una España donde los acontecimientos se precipitaban. Entre ellos una intentona golpista y la definitiva extenuación del proyecto centrista, ocasión propicia para que en las elecciones anticipadas del 28 de octubre de 1982, el socialista Felipe González Márquez se alzase con una victoria histórica. Como quiera que el análisis del gobierno presidido por Felipe González no es el motivo del presente artículo, sí nos interesa apuntar que en las siguientes elecciones generales celebradas en 1986, el PSOE ganó nuevamente con mayoría absoluta. Y así, contando con un incontestable respaldo popular, Felipe González Márquez se mantuvo en el poder hasta perder las elecciones de 1996.
El final del régimen felipista fue una concatenación de mala gestión, robos y mentiras. Y así, atenazados por la corrupción, el paro, el crimen de Estado y un Ejecutivo trufado de impresentables, el PSOE reprodujo el hundimiento de la UCD. A pesar de ello, el rutilante presidente renacido de las cenizas de la derecha, José María Aznar López, se alzó con el poder ganando las elecciones con un estrecho margen: 156 escaños frente a los 141 obtenidos por el PSOE. Del Gobierno Aznar nos interesa señalar que, como viene siendo habitual en los gobiernos anteriores a Zapatero (exceptuando el trámite Calvo Sotelo), tras un primer mandato, el partido del Gobierno SIEMPRE revalida un segundo mandato; Suárez a pesar de múltiples dificultades; González y Aznar con mayoría absoluta.
El pesado lastre del efecto ZP
Tras los acontecimientos y datos relatados anteriormente, cabe preguntarse ¿es previsible que ZP revalide un segundo mandato como hicieron los presidentes que le precedieron? Evidentemente, lo que parece del todo quimérico es la obtención de mayoría absoluta –casos González y Aznar– tras un más que dudoso segundo mandato de Zapatero. Máxime, conocida una nueva encuesta –en este caso del diario ABC– corroborando la tendencia marcada por sendas consultas de La Razón y EL MUNDO, que otorga ya ventaja al PP frente a un PSOE embebido de amistad separatista.
Dicho lo cual ¿qué ha pasado para alterar la habitual tendencia a revalidar la segunda legislatura del partido en el poder? Pues lo que ha ocurrido no es otra cosa que el efecto ZP. Tal efecto consiste, básicamente, en crear problemas donde correspondía gestionar eficazmente. Y así, el Ejecutivo zapateril, impregnado de una inconsistencia ideológica lacerante y una debilidad dañina, se entrega en manos de unos socios nacional-separatistas que corrompen la vida política con un discurso de exaltación de la diferencia identitaria. Y así, un presidente de España, José Luis Rodríguez Zapatero, soslayando los sentimientos de millones de españoles y el concepto de nación que consagra su Constitución, alentará la creación nacionalista de una NUEVA NACIÓN en la península: la nación catalana. Efectivamente y como sostiene Maragall “Zapatero pasará a la Historia”: como el presidente español que impulsó la creación de la nación catalana en disminución de la suya propia, utilizando como instrumento un Gobierno, entregado en usufructo por los españoles mediante elecciones, para ceder un pedazo de España con tal de permanecer en el Poder.
El buen o mal gobierno se establece, en multitud de ocasiones, mediante un procedimiento que podríamos llamar comparativo. Por eso, valoraremos la labor de ZP confrontándola con la de otros presidentes y tomando como patrón, más allá de la subjetividad partidista, la confianza concedida o negada por los ciudadanos en las urnas. No obstante, en tanto en cuanto no se celebren nuevas elecciones, también podemos consultar lo que denominamos ‘tendencias’, y que comparadas con nuestro pasado más reciente revelan el más que previsible batacazo zapateril. Sea como fuere, e intuyendo que así por las buenas nadie me creerá, intentaré exponer ciertas ‘tendencias’ contrastables con nuestro pasado político más reciente, pretendiendo así demostrar lo que digo.
Ascensión y ocaso de los presidentes de Gobierno en España
En julio de 1976 Adolfo Suárez González, por encargo de Don Juan Carlos I, formaba el primer Gobierno de nuestra reciente democracia. A pesar de las dificultades, cuando pasado un año se celebraron elecciones democráticas, Adolfo Suárez alcanzó la victoria con UCD. Constituidas las Cortes emanadas de la soberanía popular, y aprobada la Constitución del 78 posteriormente refrendada por los españoles, el 3 de marzo de 1979 Suárez ganaba por segunda vez unas elecciones generales. Sin embargo, el tercer mandato de Suárez desembocó en un desastre por implosión del propio partido en el Gobierno, acosado despiadadamente desde todos los frentes. Por ello, el 29 de enero de 1981 Suárez dimitía afirmando que: “Yo no quiero que el sistema democrático de convivencia sea, una vez más, un paréntesis en la Historia de España”.
El sucesor de Suárez fue Calvo Sotelo, trámite en una España donde los acontecimientos se precipitaban. Entre ellos una intentona golpista y la definitiva extenuación del proyecto centrista, ocasión propicia para que en las elecciones anticipadas del 28 de octubre de 1982, el socialista Felipe González Márquez se alzase con una victoria histórica. Como quiera que el análisis del gobierno presidido por Felipe González no es el motivo del presente artículo, sí nos interesa apuntar que en las siguientes elecciones generales celebradas en 1986, el PSOE ganó nuevamente con mayoría absoluta. Y así, contando con un incontestable respaldo popular, Felipe González Márquez se mantuvo en el poder hasta perder las elecciones de 1996.
El final del régimen felipista fue una concatenación de mala gestión, robos y mentiras. Y así, atenazados por la corrupción, el paro, el crimen de Estado y un Ejecutivo trufado de impresentables, el PSOE reprodujo el hundimiento de la UCD. A pesar de ello, el rutilante presidente renacido de las cenizas de la derecha, José María Aznar López, se alzó con el poder ganando las elecciones con un estrecho margen: 156 escaños frente a los 141 obtenidos por el PSOE. Del Gobierno Aznar nos interesa señalar que, como viene siendo habitual en los gobiernos anteriores a Zapatero (exceptuando el trámite Calvo Sotelo), tras un primer mandato, el partido del Gobierno SIEMPRE revalida un segundo mandato; Suárez a pesar de múltiples dificultades; González y Aznar con mayoría absoluta.
El pesado lastre del efecto ZP
Tras los acontecimientos y datos relatados anteriormente, cabe preguntarse ¿es previsible que ZP revalide un segundo mandato como hicieron los presidentes que le precedieron? Evidentemente, lo que parece del todo quimérico es la obtención de mayoría absoluta –casos González y Aznar– tras un más que dudoso segundo mandato de Zapatero. Máxime, conocida una nueva encuesta –en este caso del diario ABC– corroborando la tendencia marcada por sendas consultas de La Razón y EL MUNDO, que otorga ya ventaja al PP frente a un PSOE embebido de amistad separatista.
Dicho lo cual ¿qué ha pasado para alterar la habitual tendencia a revalidar la segunda legislatura del partido en el poder? Pues lo que ha ocurrido no es otra cosa que el efecto ZP. Tal efecto consiste, básicamente, en crear problemas donde correspondía gestionar eficazmente. Y así, el Ejecutivo zapateril, impregnado de una inconsistencia ideológica lacerante y una debilidad dañina, se entrega en manos de unos socios nacional-separatistas que corrompen la vida política con un discurso de exaltación de la diferencia identitaria. Y así, un presidente de España, José Luis Rodríguez Zapatero, soslayando los sentimientos de millones de españoles y el concepto de nación que consagra su Constitución, alentará la creación nacionalista de una NUEVA NACIÓN en la península: la nación catalana. Efectivamente y como sostiene Maragall “Zapatero pasará a la Historia”: como el presidente español que impulsó la creación de la nación catalana en disminución de la suya propia, utilizando como instrumento un Gobierno, entregado en usufructo por los españoles mediante elecciones, para ceder un pedazo de España con tal de permanecer en el Poder.
martes, enero 17, 2006
NO SOMOS TONTOS ZP, QUE SABEMOS LO QUE QUEREMOS
Una envalentonada Batasuna ha decidido querellarse nada más y nada menos que contra el juez de la Audiencia Nacional Fernando Grande-Marlaska. Y no me extraña. Lo raro es que no lo haga también contra la COPE, EL MUNDO, las Victimas del Terrorismo, el Foro de Ermua o el Rey Don Juan Carlos, Jefe de un Estado “opresor”. Y es que esto es lo último: no sólo te matan y extorsionan arruinando tu vida, sino que además te denuncian. Prueba evidente de una situación caótica e inestable, favorecida por un Ejecutivo que ve “restrictiva” la ley que combate el terrorismo, y cuyo fiscal general del Estado, Cándido Conde-Pumpido, expone “serias dudas” ante la prohibición de reunirse unos seres individuales y sus derechos, que apiñados en comunes fines conforman lo que el Tribunal Supremo ha establecido como una organización terrorista.
Hablemos claro: Batasuna está que se sale, pues desde que José Luis Rodríguez Zapatero alcanzó el poder –o éste le alcanzó a él– el protagonismo otrora agonizante de los separatistas en general, y los batasunoetarras en particular, se ha visto ampliado exponencialmente. Comprueben: si antes se les ilegalizaba, ahora les “defienden” individualmente desde el Gobierno; anteriormente se les cerraban sedes y herrico tabernas, ahora se pone en duda tan “restrictivas” medidas; si antes se impulsaba la inclusión en listados internacionales sobre terrorismo, en la actualidad se albergan unas esperanzas de paz que adornen la mesa de negociación común. Para más INRI, los batasunos ocupan casi a diario los noticiarios convocando actos y ruedas de prensa, así como inundando las calle de vascongadas de carteles con el distintivo de la Eta –sin que se produzca una sola detención por parte de la Ertzantza– revelando a las claras para qué utilizan los filoterroristas esos derechos individuales que tanto preocupan al Gobierno radical-socialista de Zapatero.
Que no oculten sus componendas bajo facundias engañosas, el Ejecutivo socialista queda permanentemente retratado por sus felonías partidistas junto a sus socios separatistas. ¿Recuerdan las ocho fórmulas zapaterianas sobre el término nación que argüía tener ZP? Al final ha resultado ser simplemente una jugada de enroque en el tablero de ajedrez estatutario: cambio articulado por preámbulo. ¡Menuda mamarrachada! Como si bastase un simple juego de manos para hacer desaparecer la nación española, patria común e indivisible de todos los españoles. Aquí, con las estrategias zapaterianas inexorablemente acompañadas del ardid retórico, pasa lo mismo que cuando pierdes a los chinos: lo malo no es pagar la ronda de cañas, lo peor es la cara de gilipollas que se te queda al perder. Pues eso, que con Zapatero en la dirección del descontrol, aparte de dilapidar o disminuir la nación española, se nos está quedando cara de gilipollas.
Hablemos claro: Batasuna está que se sale, pues desde que José Luis Rodríguez Zapatero alcanzó el poder –o éste le alcanzó a él– el protagonismo otrora agonizante de los separatistas en general, y los batasunoetarras en particular, se ha visto ampliado exponencialmente. Comprueben: si antes se les ilegalizaba, ahora les “defienden” individualmente desde el Gobierno; anteriormente se les cerraban sedes y herrico tabernas, ahora se pone en duda tan “restrictivas” medidas; si antes se impulsaba la inclusión en listados internacionales sobre terrorismo, en la actualidad se albergan unas esperanzas de paz que adornen la mesa de negociación común. Para más INRI, los batasunos ocupan casi a diario los noticiarios convocando actos y ruedas de prensa, así como inundando las calle de vascongadas de carteles con el distintivo de la Eta –sin que se produzca una sola detención por parte de la Ertzantza– revelando a las claras para qué utilizan los filoterroristas esos derechos individuales que tanto preocupan al Gobierno radical-socialista de Zapatero.
Que no oculten sus componendas bajo facundias engañosas, el Ejecutivo socialista queda permanentemente retratado por sus felonías partidistas junto a sus socios separatistas. ¿Recuerdan las ocho fórmulas zapaterianas sobre el término nación que argüía tener ZP? Al final ha resultado ser simplemente una jugada de enroque en el tablero de ajedrez estatutario: cambio articulado por preámbulo. ¡Menuda mamarrachada! Como si bastase un simple juego de manos para hacer desaparecer la nación española, patria común e indivisible de todos los españoles. Aquí, con las estrategias zapaterianas inexorablemente acompañadas del ardid retórico, pasa lo mismo que cuando pierdes a los chinos: lo malo no es pagar la ronda de cañas, lo peor es la cara de gilipollas que se te queda al perder. Pues eso, que con Zapatero en la dirección del descontrol, aparte de dilapidar o disminuir la nación española, se nos está quedando cara de gilipollas.
jueves, enero 12, 2006
ENHORABUENA VOTANTES SOCIALISTAS
¿Qué habéis conseguido, como votantes socialistas, otorgando vuestra confianza al “proyecto” inconsistente de ZP?
Con vuestros votos al PSOE de José Luis Rodríguez Zapatero, habéis encumbrado a la presidencia del Gobierno a un falto que empequeñecerá la nación española en beneficio de una creación étnico-mitológica como es la nación catalana. Y así, a lomos de un Estatut insolidario y desmembrador de la España constitucional, al tiempo que nace una nación –la catalana– nace también un régimen identitario y por lo tanto excluyente para todo aquel que no alcance los cánones étnicos exigidos desde la Generalidad.
De la misma manera y con vuestros votos, se ha desatado el descontento en buena parte del estamento militar que, por conducto o extemporáneamente, evidencian la identificación del pueblo y su milicia en el rechazo a un Estatut que fragmenta la España constitucional. Pueblo y Ejército, como uno sólo, defendiendo como nunca la Ley de leyes que un Presidente oscuro pone encima de la mesa de operaciones partidista al albur de los cirujanos separatistas.
Votando a ZP, los socialistas perseguidos en el País Vasco tendrán que soportar de nuevo en sus calles la amenaza autorizada de unos cánticos, burlas, insultos y desprecios de aquellos que, además, llevan años acosándoles y matándoles. Al mismo tiempo, al dolor se sumará la vergüenza de soportar las diatribas de un Pachinadie, Pachipoco, Pachivergüenza que, en sintonía con el inefable ZP, defiende el “derecho” de reunión de aquellos que llevan la marca de la bestia en sus carteles: ETA-Batasuna. La apuesta por ZP ha traído todo esto: un Rodríguez Zapatero que ahora muestra signos de arrepentimiento ante una Ley de partidos que consiguió sacar del marco político institucional a los filoterroristas que mataban españoles por serlo y por demócratas. Las victimas socialistas, populares, civiles y militares, españoles todos, tendrán que agachar la cabeza para no mirar que allí en lo alto, en la tribuna de oradores, está Otegui lanzando un chantaje que no por esperado es menos tétrico: las condiciones que exigen para dejar de matarnos.
Ya sé que todo esto, votante socialista, era cosa inimaginable aquellos días de reflexión preelectoral, jornada aciaga en la que la desesperación y el dolor provocado por los terroristas os empujó a buscar consuelo en la sonrisa lipoide de Zapatero. Pero existe solución, debemos y queremos tener futuro, juntos en la diferencia política y juntos en la ciudadanía española. Ciudadanía que el calamidad de Moncloa se está cargando a pasos agigantados. Tenemos tiempo aún de tener futuro. Tenemos tiempo, queremos tener tiempo para vivir juntos. Por eso el tiempo de Zapatero se acaba, se tiene que acabar.
Con vuestros votos al PSOE de José Luis Rodríguez Zapatero, habéis encumbrado a la presidencia del Gobierno a un falto que empequeñecerá la nación española en beneficio de una creación étnico-mitológica como es la nación catalana. Y así, a lomos de un Estatut insolidario y desmembrador de la España constitucional, al tiempo que nace una nación –la catalana– nace también un régimen identitario y por lo tanto excluyente para todo aquel que no alcance los cánones étnicos exigidos desde la Generalidad.
De la misma manera y con vuestros votos, se ha desatado el descontento en buena parte del estamento militar que, por conducto o extemporáneamente, evidencian la identificación del pueblo y su milicia en el rechazo a un Estatut que fragmenta la España constitucional. Pueblo y Ejército, como uno sólo, defendiendo como nunca la Ley de leyes que un Presidente oscuro pone encima de la mesa de operaciones partidista al albur de los cirujanos separatistas.
Votando a ZP, los socialistas perseguidos en el País Vasco tendrán que soportar de nuevo en sus calles la amenaza autorizada de unos cánticos, burlas, insultos y desprecios de aquellos que, además, llevan años acosándoles y matándoles. Al mismo tiempo, al dolor se sumará la vergüenza de soportar las diatribas de un Pachinadie, Pachipoco, Pachivergüenza que, en sintonía con el inefable ZP, defiende el “derecho” de reunión de aquellos que llevan la marca de la bestia en sus carteles: ETA-Batasuna. La apuesta por ZP ha traído todo esto: un Rodríguez Zapatero que ahora muestra signos de arrepentimiento ante una Ley de partidos que consiguió sacar del marco político institucional a los filoterroristas que mataban españoles por serlo y por demócratas. Las victimas socialistas, populares, civiles y militares, españoles todos, tendrán que agachar la cabeza para no mirar que allí en lo alto, en la tribuna de oradores, está Otegui lanzando un chantaje que no por esperado es menos tétrico: las condiciones que exigen para dejar de matarnos.
Ya sé que todo esto, votante socialista, era cosa inimaginable aquellos días de reflexión preelectoral, jornada aciaga en la que la desesperación y el dolor provocado por los terroristas os empujó a buscar consuelo en la sonrisa lipoide de Zapatero. Pero existe solución, debemos y queremos tener futuro, juntos en la diferencia política y juntos en la ciudadanía española. Ciudadanía que el calamidad de Moncloa se está cargando a pasos agigantados. Tenemos tiempo aún de tener futuro. Tenemos tiempo, queremos tener tiempo para vivir juntos. Por eso el tiempo de Zapatero se acaba, se tiene que acabar.
domingo, enero 08, 2006
¿QUIEN PONE EN RIESGO LA UNIDAD NACIONAL?
El Teniente General Mena no dijo nada que antes no hubiera dicho el Jefe del Estado y Capitán General de los Ejércitos: Juan Carlos I. Es más, pese a que nadie parece haberse dado por aludido, en el mensaje del Rey el día de la Pascual Militar, frente a los militares y con ZP de cuerpo presente, el Rey apeló a la UNIDAD de la Patria. Y digo yo ¿porqué apelaría el Jefe del Estado a una UNIDAD que, según el ZPsoe, no está en peligro? Es decir, si lo del Estatut no pone en riesgo ningún tipo de unidad nacional ¿a qué viene el Rey con su discurso de UNIDAD por aquí y UNIDAD por allá?
Cuando hemos sido azotados por la lacra del terrorismo, el Jefe del Estado se ha pronunciado contra los terroristas condenándolos sin paliativos; de igual modo, cuando una catástrofe sacudió España u otro lugar del mundo, Don Juan Carlos tuvo palabras de pésame para las victimas; cuando un 23 de febrero alguien pretendió secuestrar la democracia raptando a los representantes de la soberanía, el Rey también actuó. Y así, ahora que apela a la UNIDAD ¿está fuera de la realidad o es necesaria su apelación? Entonces ¿quién pone en peligro tal unidad y a quien dirige el Monarca sus palabras?
El Jefe de las Fuerzas Armadas apela a la UNIDAD y elogia la Constitución. Sus palabras resuenan en Sevilla de boca del Teniente General Mena, y son un eco de la misma actitud en defensa de España y la Constitución que los militares juraron o prometieron defender. Entonces ¿qué es lo que pasa aquí? ¿Por qué el arresto de Mena Aguado y el trato degradante a un militar de cuarenta años de carrera cuya culminación es una quema pública?
Señores, la respuesta está clara: nadie puede apelar a la Constitución porque es mentar la bicha en casa de ZP. Pues a quien más molesta que se defienda España, su Constitución, la nación y la democracia, es a quienes la pretenden dinamitar: los separatistas socios de ZP.
Aquí está la razón de todo el lío: la subordinación de la democracia y la Constitución a los intereses del partido de ZP.
Cuando hemos sido azotados por la lacra del terrorismo, el Jefe del Estado se ha pronunciado contra los terroristas condenándolos sin paliativos; de igual modo, cuando una catástrofe sacudió España u otro lugar del mundo, Don Juan Carlos tuvo palabras de pésame para las victimas; cuando un 23 de febrero alguien pretendió secuestrar la democracia raptando a los representantes de la soberanía, el Rey también actuó. Y así, ahora que apela a la UNIDAD ¿está fuera de la realidad o es necesaria su apelación? Entonces ¿quién pone en peligro tal unidad y a quien dirige el Monarca sus palabras?
El Jefe de las Fuerzas Armadas apela a la UNIDAD y elogia la Constitución. Sus palabras resuenan en Sevilla de boca del Teniente General Mena, y son un eco de la misma actitud en defensa de España y la Constitución que los militares juraron o prometieron defender. Entonces ¿qué es lo que pasa aquí? ¿Por qué el arresto de Mena Aguado y el trato degradante a un militar de cuarenta años de carrera cuya culminación es una quema pública?
Señores, la respuesta está clara: nadie puede apelar a la Constitución porque es mentar la bicha en casa de ZP. Pues a quien más molesta que se defienda España, su Constitución, la nación y la democracia, es a quienes la pretenden dinamitar: los separatistas socios de ZP.
Aquí está la razón de todo el lío: la subordinación de la democracia y la Constitución a los intereses del partido de ZP.
sábado, enero 07, 2006
CARBÓN PARA ZAPATERO
En el día de reyes, para el niño presidente que se ha pasado el año jugando con España junto a sus socios separatistas, en sus zapatos no ha encontrado oro, incienso y tampoco mirra; ni siquiera un Excalestrix que reservaron los magos para Gallardón, que necesitará magia para descongestionar Madrid. Para el presi: carbón y nada más que carbón. Y así, los monarcas de Oriente, delegando en el Borbón de Occidente, le tenían preparado un regalito negro como el carbón al niño ZP. Porque aunque ahora lo quieran manipular y vender bajo las más peregrinas interpretaciones desde Ferraz, las declaraciones del Jefe del Estado muestran una evidencia innegable: el Estatuto-ZP, y lo que supone para España, preocupa al Rey.
A Don Juan Carlos le preocupa la unidad de España, y por eso oportunamente habla sobre ella en su discurso frente a los militares, pues de otro modo no se entendería una alusión unitaria si la unidad nacional no estuviera amenazada. El Monarca también hace mención al ambiente de crispación política, y señala la vía del consenso y la concordia para superar una crisis Estatal que amenaza el mismísimo concepto de nación española, su organización y forma de Estado. Pero no podemos olvidar, al eco de las llamadas regias, que quienes pactaron la exclusión del principal partido de la oposición fueron los socialistas junto a sus socios separatistas. Los mismos que, por cierto, hacen tambalear la unidad de la nación española referida por el Rey en su discurso.
Es decir, que dentro del conjunto y la generalización que siempre comportan las palabras del Monarca, hoy más que nunca y con Zapatero de cuerpo presente, entre líneas del discurso real podíamos leer un: “a quien corresponda”. Que no es otro que el presidente del Gobierno, principal impulsor de un Estatut –el catalán– que cuestiona precisamente aquello sobre lo que hace referencia Don Juan Carlos: la unidad nacional española consagrada en la Constitución. Texto, nuestra Carta Magna, que ya no puede ser citado ni en defensa de una España democrática, constitucional y solidaria cuya salvaguardia los militares juraron o prometieron defender. Aunque sea a un mes de su retiro.
A Don Juan Carlos le preocupa la unidad de España, y por eso oportunamente habla sobre ella en su discurso frente a los militares, pues de otro modo no se entendería una alusión unitaria si la unidad nacional no estuviera amenazada. El Monarca también hace mención al ambiente de crispación política, y señala la vía del consenso y la concordia para superar una crisis Estatal que amenaza el mismísimo concepto de nación española, su organización y forma de Estado. Pero no podemos olvidar, al eco de las llamadas regias, que quienes pactaron la exclusión del principal partido de la oposición fueron los socialistas junto a sus socios separatistas. Los mismos que, por cierto, hacen tambalear la unidad de la nación española referida por el Rey en su discurso.
Es decir, que dentro del conjunto y la generalización que siempre comportan las palabras del Monarca, hoy más que nunca y con Zapatero de cuerpo presente, entre líneas del discurso real podíamos leer un: “a quien corresponda”. Que no es otro que el presidente del Gobierno, principal impulsor de un Estatut –el catalán– que cuestiona precisamente aquello sobre lo que hace referencia Don Juan Carlos: la unidad nacional española consagrada en la Constitución. Texto, nuestra Carta Magna, que ya no puede ser citado ni en defensa de una España democrática, constitucional y solidaria cuya salvaguardia los militares juraron o prometieron defender. Aunque sea a un mes de su retiro.
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