jueves, agosto 30, 2007

MANOLETE BROTÓ DE SU CÁLIZ

Manolete resucitó ayer. No podía ocurrir mas que en Linares, dónde un toro, aunque lo pareciese, no hincó su cuerno en el muslo de José Tomás. No. Lo acontecido ayer en aquella misma plaza de hace sesenta años fue en realidad una moviola –déjà vu que escribiría un cursi– o ceremonia india de renacimiento. Ayer, como escribo, pasado y presente se unieron en el espacio temporal concreto del asta de toro clavada en un valiente. Un arma que ensartándose hace sesenta años en el cuerpo de Manolete salió ayer a través de la carne de José Tomás: custodia del alma de Manuel Laureano Rodríguez Sánchez.

José Tomás es consciente de que como a muchos ilustres de todas las artes a él también se le erigirá una estatua. Por eso, adelantándose al futuro y su propio destino, el cáliz del alma de Manolete se ha convertido en su propia estatua viviente. Así no se verá obligado a enraizar en ninguna plaza, contemplado sólo por los peregrinos que rendidos al valor en procesión le llevemos flores. En absoluto. Para observar a la estatua viviente llamada José Tomás sólo hay que esperar a que llegue junto a nosotros para conquistar la posteridad domeñando el presente. Escrito queda: el alma de Manolete renace para nosotros en el color eterno de la valentía. Bronce estático que paraliza el aliento dramático de su propio destino. Estatua viviente: José Tomás.

No hay comentarios: