Algunos musulmanes persiguen instalarse en la Catedral cordobesa, envolviendo sus reclamaciones con un hiyab islámico aparentemente bien intencionado; escribo aparentemente, porque solicitan que quienes transijan sean los católicos, y no al revés. De este modo, la Junta Islámica de España reclama, mediante una carta remitida al Papa, el uso compartido de la Catedral de Córdoba (a la que llaman Mezquita-Catedral) convirtiéndola en lugar de “oración común” de musulmanes y cristianos. Es decir, reclaman –dirigiéndose al máximo representante de los católicos– consentimiento para penetrar en un ámbito de oración cristiano, transformándolo así en una especie de sede intercultural para la Alianza de las Civilizaciones; cuando una iglesia no está concebida para eso, como tampoco lo está una mezquita. Para el buen rollito relativista podemos hallar infinidad de lugares más apropiados: se me ocurre el Palacio de la Moncloa, por ejemplo.
La reclamación procede de unos conversos al islam dirigidos por Mansur Escudero, psiquiatra y presidente de la referida Junta islámica quien, alrededor de la página Webislam de Internet, congrega una explicativa concatenación de nombres y apellidos: Yusuf Fernández, Basira Escudero, Hanif Escudero, Abdelkrin Carrasco, Abdensur Prado, Mehdi Flores, Ndeye Andujar, etcétera. Como podemos observar, el islam ha cambiado sus vidas y ahora ellos quieren cambiar los lugares de culto cristiano. Haciéndolo además en nombre de los musulmanes españoles, arrogándose una representación de la que carecen, ya que en nuestro país existen diferentes asociaciones islámicas de exégesis coránica desigual. Pese a todo, demuestran un ímpetu acorde a la presa que ansían, anunciando toda una campaña de iniciativas “encaminadas a inspirar la conciliación entre musulmanes y católicos, y a fomentar espacios y momentos de oración y de encuentro”. Lo cual sería perfecto si la Junta islámica, en vez de pedir sitio en la Catedral de Córdoba, hubiese impulsando la creación de sitios comunes en las mezquitas a disposición de cualquier creyente... judíos incluidos. Es más, impelidos todos por esta vorágine buenista interreligiosa, intercultural e internacional ¿para cuándo la reciprocidad de construir iglesias en los mismos países que financian la construcción de mezquitas en Europa? ¿Para cuando, en definitiva, una iniciativa promovida por la Junta de Mansur Escudero para que la libertad religiosa –que nuestras democracias protegen– sea también extensible a los países islámicos? La quijotada bien entendida empieza en uno mismo, donde se aprecian mejor los efectos.